Chillida, rumores de límite

“Creo que la dialéctica lleno-vacío, una de las más apasionantes para un escultor, es falsa si lo lleno sólo aparenta ser lleno, pero no lo es. Un espacio interior debe ser siempre accesible. El diálogo limpio y neto que se produce entre la materia y el espacio, la maravilla de ese diálogo en el límite, creo que en una parte importante se debe a que quizá el espacio es una materia muy rápida, o bien la materia un espacio muy lento. ¿No será el límite una frontera no sólo entre densidades sino también entre velocidades?”

Este fragmento sacado del libro “Escritos” de Eduardo Chillida nos presenta algunas de sus afirmaciones e interrogantes más misteriosas e inquietantes. Partiendo del límite intentaremos desgranar algunos de estos temas.

“…El diálogo limpio y neto que se produce entre la materia y el espacio, la maravilla de ese diálogo en el límite…”

El límite en las distintas dimensiones del espacio es siempre de una dimensión inferior a lo que une y separa. “Pasar de un lado al otro del límite, tener conciencia de que une y separa lo tridimensional pleno de lo tridimensional hueco”

Por ejemplo, en un espacio lineal (dimensión 1) el límite es el punto (dimensión 0), es decir que si queremos cortar una línea en dos lo haremos por un punto, y para pasar de un segmento al otro habrá que hacerlo a través de este punto. De hecho, la línea está formada por infinitos puntos. Además, éste es adimensional, no tiene ni alto ni ancho ni profundo, la línea sí, tiene longitud.

En el plano (dimensión 2) el límite es la línea (dimensión 1), si en un papel cae una mancha de pintura, el borde de la mancha que separa (o une) la parte manchada de la limpia, lo pleno de lo hueco, es una línea unidimensional. Imaginar este mundo de dos dimensiones le levó a … a escribir ese maravilloso relato que se llama “Planilandia”.

Por ultimo, o tal vez no, tenemos el límite entre volúmenes (dimensión 3) que es la superficie que lo rodea (dimensión 2). Tomando la dualidad materia-espacio, se pueden presentar distintas situaciones: que la materia sea un volumen rodeado por espacio, siendo al superficie de ésta la que de paso de uno a otra. Pero también puede la materia rodear un espacio interior, pero a Chillida no parece gustarle esto para una escultura cuando afirma: “Creo que la dialéctica lleno-vacío, una de las más apasionantes para un escultor, es falsa si lo lleno sólo aparenta ser lleno, pero no lo es. Un espacio interior debe ser siempre accesible…” Un lamento parecido tuve oportunidad de oírle hace tiempo, refiriéndose al peine del viento de San Sebastián que por no haber utilizado acero cortén, sino otro parecido, le salieron unas fisuras en las esquinas. Él se quejaba de que los brazos de las esculturas parecían que estaban hechos con planchas de acero formando los lados de los prismas y soldados en las esquinas. Aunque lo estaban intentando restaurar, esa misma sensación nos dio a los que fuimos a visitarlo días antes y a todos nos choco que pudieran se huecos…

Esta queja del escultor viene a decir que también un espacio lleno debe aparentar serlo, porque si no falsifican la dialéctica entre lo pleno y lo hueco.

Cuando esta dialéctica se traslada al campo de la arquitectura parece que pierde gravedad y ya no acusa de falsedad a una situación o a otra, sencillamente dirá: “Una habitación con la puerta cerrada es otra habitación distinta que la misma con la puerta abierta”. A mi personalmente me tranquiliza la diferencia que marca el maestro entre escultura y arquitectura, porque ya no sabía como plantear los falsos techos, las paredes de Pladur, las fachadas ligeras y las tarimas para ser coherente y profundo (!).

Cuando dije que tal vez la superficie no era el último límite dimensional, pensaba si podía dar el salto al tiempo, como una dimensión más. Tal vez la afirmación que hace Chillida sobre la velocidad de la materia y el espacio, la más inquietantes de todas, nos permite introducir esta dimensión, ya que la velocidad es el espacio partido por el tiempo.

“…¿No será el límite una frontera no sólo entre densidades sino también entre velocidades?”

Imaginemos un volumen moviéndose, para esto el tiempo tiene que tener una dimensión, tiene que poderse contar, debe ser distinto de cero. El volumen permanece constante, el espacio que lo rodea lógicamente varía según se mueve el volumen, pero la superficie que lo delimita es la misma. Entonces, al introducir una dimensión más ¿Cuál será el límite si hemos dicho que tiene que tener una dimensión menos y esta no aparece en el espacio? Es decir, al introducir el movimiento y por tanto el tiempo, el límite ya no es la superficie que separaba y unía el volumen de espacio colindante. A mi parecer, el nuevo límite, está en el tiempo; el volumen se mueve durante un tiempo que tiene una dimensión (dimensión 1), es unidimensional como la línea, y se puede segmentar en instantes adimensionales, como si fueran los infinitos puntos componen una línea. Es decir, que el instante es adimensional, no tiene ni pasado ni futuro, Chillida lo dice de muchas formas pero todas parecidas (como las olas del mar) hablando del presente como límite: “el límite es el verdadero protagonista del espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo”. Así podemos decir que no es la superficie (dimensión espacial 2)del volumen que se mueve el límite en cada instante, ni tampoco, claro está, el espacio recorrido (dimensión espacial 1), sino el instante, cada presente.

Se entienden fácilmente que el presente sea el límite entre el pasado y el futuro; también, sin entrar a juegos de palabras como: ¿qué segundo es ahora, y ahora, y ahora…? , es fácil ver que el presente es adimensional, sólo podemos hablar de intervalos de tiempo del pasado o del futuro, pero el presente siempre es un instante; ahora, lo interesante es que tanto la línea como el tiempo (de dimensión 1) estén compuestos por puntos o instantes adimensionales (dimensión 0). El artista también habla del horizonte como límite: “Todos los hombres somos hermanos. ¿No será el horizonte nuestra patria común? ¿No serán también el presente en el que vivimos otra frontera, otro límite, otro lugar sin dimensión como el horizonte? (…)” Pero introducir ahora los temas de la fraternidad universal y del horizonte como límite entre cielo y tierra, nos llevaría más lejos de lo que pretende este escrito. Estos son los dos grades temas de Tindaya, pero ya vasta que me lío.

¿A dónde quería llegar? A sí: hay otra forma de introducir el tiempo en la dialéctica lleno-vacío, ya lo hemos visto antes con el ejemplo del peine del viento corroído por la acción violenta del mar. La descomposición de la materia según pasa el tiempo provoca un movimiento distinto en el volumen. Este proceso hace que el límite espacial, es decir, la superficie del volumen varíe, y puede ser de dos formas: que el volumen se desmorone y vaya invadiendo el espacio que le rodea, o que el volumen se agriete, como en el caso del peina del viento, y se produzca un nuevo espacio; tal vez a esto se refiere el escultor cuando dice:

Incidiendo en el espacio con la materia.

Incidiendo el la materia con el espacio.

Porque no creo que considere sus instrumentos de trabajo como espacio que tallen la materia, creo que es más bien ese agrietarse de la materia, como en el peine del viento que mencionábamos antes.

Ahora bien, que la materia incida en el espacio, el desmoronarse de ésta, nos da una nueva pista para contestar a la pregunta que se hace Chillida: “¿no es la materia también espacio, un espacio más lento?”.

Hemos dicho que un volumen que se descompone tiene el tiempo como límite, los distintos instantes del proceso, pero también hay un límite espacial, que es la superficie que separa y une la materia del espacio en cada momento y que va variando. En el volumen moviéndose variaba sólo el tiempo, pero ahora también lo hace la superficie. Hay una dimensión temporal y otra espacial que son las que definen el movimiento, tal vez así podemos entender un poco más, aunque sin agotar el misterio, ese propósito que se hace nuestro interlocutor:

“El dialogo limpio y neto que se produce entre la materia y el espacio, creo que en una parte importante se debe a que el espacio es una materia muy rápida o bien la materia es un espacio muy lento. ¿No será el límite una frontera no sólo entre densidades, sino también entre velocidades? Mi deseo es cumplir con esta norma mis 75 años.

Espero que el lector no quede defraudado por nuestro punto de llegada, si antes se había planteado estas cuestiones que laza Chillida y esperaba en este escrito encontrar la respuesta “limpia y neta”, pero el propio artista dice: “Mis interrogantes vienen de muy lejos. Ya he perdido toda esperanza de encontrar respuestas, aunque a lo mejor es que no las hay”, y si eso le pasa a él, nosotros que acabamos de empezar tenemos que ser lo suficientemente humilde para tener paciencia.

Para este largo camino nos puede ayudar una visión más amplia que recoge Chillida en este apunte:

Creo en Dios. Tengo fe. Dios me la dio. La razón quiso quitármela en muchas ocasiones, pero no lo consiguió. Más bien me ayudó a continuarla, ya que gracias a ella supe que la razón tiene límites, y que por lo tanto hay espacios a los que la razón no llega. Estos espacios son sólo accesibles para la percepción, la intuición y la fe, esa hermosa e inexplicable locura.

De nuevo los límites, limites de una dimensión inferior a lo que unen y separan, posiblemente límites adimensionales, que no se pueden medir con las dimensiones de aquello a lo que dan paso, de ese espacio que le hace al artista preguntarse: “¿Es cualquier espacio que nos comunica con los espacios innombrables, como dice Novalis, una unidad espacial?”.

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