EL VIGIA Y EL GPS

“(…) el problema de la habilidad representativa se ofrece de modo distinto ante el historiador del arte y el historiador de la información visual. A uno le conciernen los hechos y al otro le deben interesar también los fracasos”
E. H. Gombrich “La verdad y el estereotipo”

A la entrada de la exposición hay un monitor con un video. La grabación es de una mesa y dos personas encapuchada, como si fueran terroristas leyendo un comunicado. Parece un manifiesto artístico, dirigido contra los diseñadores que van a la exposición a copiar ideas de los artistas para utilizarlas en sus campañas publicitarias.
Esta performance es indicativa de un conflicto ¿Es lo mismo el arte y el diseño? Son dos trabajos creativos, pero…

Veamos al los creadores y a los creativos: el diseñador o el publicista trabaja en equipo, como en un gran laboratorio de I+D, con sofisticadas tecnologías, y el ordenador como instrumento al servicio de su pensamiento. Una vez, escuche a un profesor de la Escuela de Arquitectura quejándose de cómo era posible que el ordenador sirviera para proyectar la arquitectura “no se puede proyectar la materia con la luz, porque el ordenador proyecta con luz”. ¿Se podían hacer las “señoritas de Avignon” en Photoshop?

Se podría decir que los diseñadores producen sofisticados GPS´s para navegar en los mares emocionales y el creador artístico está sólo, como un vigía en lo más alto del mástil del barco, esperando avistar tierra, mirando el horizonte del inmenso océano. Mientras, abajo, los marineros hacen su trabajo, sin más miras que lo que tienen delante, aunque de vez en cuando se asoman a la popa, pero sus ocupaciones hacen que estos momentos sean cortos. Y en un momento dado escuchan a vigía gritar: ¡tierra!

Estos mares emocionales por donde navegan el artista-creador y el diseñador-creativo, tienen momentos de tormenta y de calma chicha. Pero se puede decir que el creativo, con sus diseños acarician de forma suave la base del corazón, a lo sumo dan una toba haciendo del órgano cardiaco un gong que vibra por unos instantes. El creador, coge con su puño una especie de arteria del grosor de la traquea que une estomago y corazón y lo agita hasta casi arrancarlo. Esta sensación, que va más allá de los sentimientos, apenas se ve en el diseño, tal vez en alguna campaña publicitaria de Amnistía Internacional o de Benetton.

Ya se ve que no sólo el corazón se ve implicado en el trabajo del artista. Por un lado el diseñador nos ofrece un precioso terciopelo, que acariciamos con los sentidos más íntimos, por otro, el trabajo del artista se presenta como un tapiz inmenso, barroco o flamenco, que nos sobrepasa en escala, compuesto de millones de nudos complejos.

-¡Pero cualquier software es más complejo que cualquier tapiz!
-Es verdad.
-¿Entonces?
-¡No sé! ¡Será una cuestión de escala?
-¡Será!